La ejecución mediante descargas eléctricas nació en Estados Unidos como un método moderno para que el condenado padeciera menos que con la horca. Pero su puesta en práctica demostró que muchas veces tampoco ahorraba sufrimientos. Todavía se recuerda con horror el caso de Jesse Joseph Tafero, ajusticiado en Florida en 1990. La primera sacudida incendió la cabeza de Tafero, que cogió aire profundamente antes de que el funcionario de prisiones repitiera la operación una y otra vez, con un espeso humo saliendo del casco del preso.
Ante la imposibilidad de evitar escenas truculentas como esta, se fue imponiendo la inyección letal, más rápida y aséptica. En la actualidad, los estados norteamericanos de Alabama, Arkansas, Kentucky, Virginia, Tennessee, Florida y Carolina del Sur mantienen la silla eléctrica como opción voluntaria del reo. El último que se sentó en ella fue James Earl Reed, el 20 de junio de 2008.
No estoy de acuerdo con este metodo de ejecucion porq nadie merece sufrir de esta manera sea por el delito que sea.
ResponderEliminarEstoy en contra de la pena de muerte porque a pesar de que esa persona cometió un delito no tenemos el derecho de acabar con esa vida, en la constitución está un derecho inviolable que es el derecho a la vida sí la justicia apoya a la pena de muerte estaría violando ese derecho fundamental
ResponderEliminarSería violar la constitución